Durante mucho tiempo me obsesioné con escalar. Con “trabajar menos y ganar más”. Con automatizar, escalar, delegar… sin haber entendido del todo qué narices estaba haciendo.
¿El problema? Buscaba apalancarme sobre algo que aún no existía.
No había hablado con suficientes clientes. No entendía sus objeciones, ni su lenguaje, ni sus miedos.
Porque sí, escalar, automatizar…. es la leche. Pero primero hay que bajar a tierra. Ensuciarse las manos. Vender uno a uno. Escuchar a la gente real.
Cuando entiendes qué quieren, qué duele y qué funciona… entonces sí. Ahí ya te puedes empezar a preocupar por automatizar, escalar y multiplicar.