Muchos negocios creen que el crecimiento depende de gastar más en publicidad.
Y sí, la publicidad funciona. Pero solo hasta cierto punto.
Los clientes que más valor aportan no vienen por un anuncio. Llegan recomendados.
Y eso cambia completamente el juego. Un cliente recomendado no llega comparando precios ni pidiendo pruebas.
Llega confiando. Y esa confianza no se compra. Se gana.
El problema es que la mayoría de negocios no hace nada para fomentar esas recomendaciones. Esperan que “si el cliente está contento, ya lo dirá”.
Pero la realidad es que la gente tiene mil cosas en la cabeza. Si no se lo pones fácil, simplemente no lo harán.
Hace un tiempo leí a Alex Hormozi hablar sobre lo que él llama “velocidad de escape”: el momento en que tu crecimiento por boca a boca supera la cantidad de clientes que pierdes.
Y me hizo pensar. Porque cuando llegas a ese punto, el negocio se sostiene por sí solo. La publicidad ya no es lo que te mantiene vivo, sino lo que te impulsa más lejos.
Así que, sea cual sea tu negocio, piensa en esto: ¿Tienes un plan para que tus clientes hablen de ti? ¿O estás dejando que todo dependa de la suerte?