Por fin un anuncio que me saca una sonrisa, casi casi redondo

Hoy he visto un anuncio que me ha hecho parar. Literalmente.

Era uno de General Optica. Sale el capitán del Titanic con gafas y el texto dice:

“Un capitán, unas gafas, un barco que sí llega a puerto.”

Y justo debajo: “Ver bien es otra historia.”

Y me ha gustado. Porque por fin alguien se atreve a hacer algo con un poco de chispa, de humor, de historia.

No es el típico anuncio funcional que te dice que tienen 2×1 o que te hagas una revisión. Es otra liga: más emocional, más visual, más memorable.

Utilizan un hecho histórico que todos conocemos, lo reinterpretan con un toque moderno, y lo conectan con el producto. Las gafas no solo sirven para ver mejor: sirven para cambiar el rumbo de la historia. O al menos, esa es la metáfora. Y funciona.

Ahora bien, también le falta algo. Un empujón. Una razón para actuar.

No hay un “pide cita”, ni “promoción hasta el 31”, ni “entra en generaloptica”. Nada. Solo branding.

¿Está mal? No. Pero tampoco es redondo.

Con una simple llamada a la acción, el anuncio habría hecho algo más que caer simpático: habría movido a la gente.

¿Y lo interesante? Que este enfoque —el de contar una historia conocida, retorcerla y darla la vuelta con tu producto— se puede adaptar a casi cualquier sector.

Aquí van algunas ideas:

  • Reescribir la historia si X estuviera presente: Con este antivirus, el caballo aún estaría a las puertas de Troya…
  • Ángulo “la historia cambia con X”: “Una tienda, una campaña, un Black Friday que no se hunde.”
  • Ángulo humor + cultura pop: Funciona con imágenes conocidas, clichés históricos, películas. Atrae la atención rápido y genera conversación. Pero no te pases de raro

El recurso funciona porque todos entendemos la historia original, y cuando alguien le cambia el final, nuestra atención se engancha sola.

Y si después de captar la atención, metes una oferta clara o una razón para moverse hoy… ya no es solo un buen anuncio. Es un anuncio que convierte.

Ese es el tipo de ideas que no solo se ven. Se recuerdan. Y, con el remate correcto, también se venden.

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