La rutina que me hizo perderle el miedo a escribir (aunque no tuviera nada interesante que decir)

Durante años pensé que para escribir había que “estar inspirado”.

Spoiler: mentira cochina.

Lo que sí funciona es crear un ritual que obligue a tu cabeza a arrancar… aunque no quiera.

Mi rutina es muy simple y combina dos cosas:


1. Las “páginas matutinas” (gracias a Julia Cameron)

Julia Cameron, autora de El camino del artista, propone escribir tres páginas a primera hora, sin filtro, sin pensar, sin objetivo.

Da igual si escribes:

– “no sé qué escribir”, mi favorito, he llegado a llenar páginas enteras solo con eso / el boli azul no me gusta

– lo que soñaste

– una queja del día

– una lista de la compra

La idea no es escribir algo brillante. La idea es vaciar la mente y dejar sitio a lo que viene después.

Cuando las hago, noto que desaparece ese ruido interno que normalmente te bloquea.

Escribir se vuelve… más fácil.


2. Escribir rápido con cronómetro —mi truco favorito

Aquí viene la parte divertida:

Pongo un cronómetro de 1 minuto (a veces 2). Y mi única misión es: escribir a lo loco, sin parar, sin borrar, sin pensar.

Como si alguien me persiguiera.

El objetivo no es calidad. Es velocidad.

¿Por qué funciona?

Porque la creatividad vive en ese punto donde escribes más rápido de lo que te da tiempo a juzgarte.

Cuando lo haces, se te quita el perfeccionismo, aparece la chispa y —sin querer— empiezan a salir ideas que no sabías que tenías.


Resultado

Con esta rutina:

– escribo más,

– me bloqueo menos,

– y la inspiración aparece sola (pero trabajando).

No porque me siento “a esperar que llegue”, sino porque creo las condiciones para que aparezca.


Si quieres acostumbrarte a escribir, no necesitas talento. Necesitas una rutina que abra el grifo cada día.

Y esta, créeme, funciona.

Scroll to Top