Google Ads juega con tu cabeza. Y si no entiendes estos mecanismos, acabas pagando más, tomando peores decisiones y creyendo que tienes el control cuando en realidad solo te han movido ligeramente el menú.
por ejemplo, En Starbucks hay un tamaño que existe, pero que no enseñan. En Google Ads hay funciones que existen, pero que tampoco enseñan hasta que ya has gastado dinero suficiente como para que el sistema “confíe” en ti.
En Starbucks los precios terminan en cero para que pienses que es algo premium. En Google Ads te empujan de forma silenciosa a campañas “premium” como Performance Max, aunque no sepas por qué algo está funcionando o si realmente funciona.
Y aquí viene el paralelismo gordo. El efecto compromiso, el decoy effect, el esconder el tamaño pequeño. Todo eso que hace Starbucks para orientarte hacia lo que ellos quieren que compres… Google Ads lo replica cuando estructuras campañas sin entender qué hay detrás.
Ejemplos que veo a diario.
Ocultan el tamaño pequeño En Starbucks el tamaño pequeño existe, pero no aparece en el menú. En Google Ads, los informes realmente útiles existen, pero están escondidos: consultas de búsqueda, canales de PMax, métricas nuevas como Original Conversion Value.
Si no sabes que están ahí, tomas decisiones a ciegas.
Efecto señuelo En Starbucks te ponen el tamaño más caro cerca del mediano para que te parezca razonable subir. En Google Ads, cuando creas campaña, te ponen activado por defecto Display, Partners, audiencias “interesadas”, creación automática de assets y mil cosas más que no necesitas. Si no lo quitas, pagas más sin enterarte.
Efecto dotación En Starbucks escriben tu nombre para que sientas que es tu café. En Google Ads, una vez que dejas que el sistema te haga una conversión asistida, un modelo de atribución o una automatización, empiezas a defenderlo aunque no sepas si está aportando. Es tu campaña, ahora la sientes tuya, aunque te esté exprimiendo el presupuesto.
Y no lo digo como acusación. Esto me ha pasado también a mí cientos de veces. He justificado campañas que no funcionaban porque yo mismo había caído en la historia que Google quería que creyera. Y me dio rabia. Mucha.
La conclusión es simple. Si Starbucks te coloca un vaso por treinta euros es porque conocen tu mente mejor que tú. Si Google Ads coloca tus clics donde quiere, también.
La buena noticia Cuando entiendes estos sesgos, empiezas a verlos venir. Y cuando los ves venir, recuperas control.
Tres ideas prácticas para que no te pase:
- Revisa todos los ajustes por defecto cada vez que crees una campaña. Siempre.
- Activa informes profundos: términos de búsqueda, ubicaciones, Original Conversion Value.
- No des por sentado que una automatización que te funciona hoy seguirá siendo buena dentro de tres meses.
Las plataformas viven de que asumamos que todo es normal. Pero nada es normal. Todo está diseñado para empujarte un centímetro cada día hacia donde les conviene.
Así que la próxima vez que abras Google Ads, pregúntate: ¿Estoy eligiendo yo… o me están moviendo el menú como Starbucks?