La mejor forma de rebatir un “tengo que pensarlo” (y no es con palabras)

Una vez le preguntaron al famoso copywriter Parris Lampropoulos qué texto usaría para responder a la objeción “tengo que pensarlo”.

Y su respuesta: No escribiría ningún texto.

Porque cuando alguien te dice eso, ya no es un problema de copy, es un problema de contexto.

Parris explicaba que, en esos casos, lo mejor no es intentar convencer con más argumentos, sino con estructuras que obliguen a decidir.

Un número limitado de plazas. Una fecha de cierre real. Un bonus que desaparece mañana.

Porque la verdad es esta: si dejas abierta la puerta al “ya lo pensaré”, el cerebro se acomoda, se distrae, se olvida. Y ese “ya lo pensaré” casi siempre significa “no”.

No busques la frase mágica para cerrar más ventas. Diseña ofertas que no den margen para posponer la decisión.

Esa es la diferencia entre un copy que suena bien y uno que vende.

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