Lo que descubrí el día que me obsesioné con bajar el CPC

Hace unos años pensaba que el secreto para hacer rentable una cuenta de Google Ads era solo pagar menos por clic.

Spoiler: no lo era.

Pero esa obsesión me llevó a probar todo tipo de cosas, y de ahí salieron cuatro aprendizajes que sigo aplicando en todas las cuentas que toco.

El primero fue simple: el Quality Score no es magia, pero si lo ignoras, pagas la factura. Si tu anuncio no encaja con la búsqueda o la página carga lenta, Google te castiga. No se ve, pero lo hace. Y cada clic extra que pagas es el impuesto por no cuidar los básicos.

Segundo: la coincidencia amplia no es el enemigo. Si sabes lo que estás haciendo, puede traerte clics mucho más baratos que las exactas. El truco está en tener controlado el embudo y no asustarte cuando veas consultas raras. Si las sabes leer, ahí están las oportunidades.

Tercero: subir en el embudo baja el CPC. Cuando dejas de ir solo a “comprar producto X” y atacas búsquedas de problema o solución, el clic cuesta menos. Es verdad que el cliente tarda más en convertir, pero cuando llega, llega convencido.

Y cuarto: no todo es Search. Cuando metes YouTube, Display o Demand Gen de forma estratégica, los CPC bajan y la marca sube. No te obsesiones con el coste individual de cada campaña: mira el conjunto. Si el coste medio de adquisición baja, vas por buen camino.

Así que no, bajar el CPC no va de trucos ni hacks. Va de entender el contexto, equilibrar palancas y dejar de pelearte con Google para empezar a usarlo a tu favor.

Y si un día te levantas con la idea de bajar el CPC un 30%… recuerda: no se trata de pagar menos, sino de pagar mejor.

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