Cuando empecé a gestionar cuentas de Google Ads, pensaba que el éxito dependía del tipo de campaña o de algún truco que solo los expertos conocían.
Hoy sé que lo que realmente marca la diferencia es cómo estructuras tu cuenta.
No hay una fórmula secreta. Pero sí hay una estructura adecuada para cada negocio.
Primero, hay que entender tus palancas. Son los mandos que te permiten controlar en qué se gasta el dinero, qué se optimiza y dónde se frena. Y esos mandos se definen a nivel de campaña, no dentro de un grupo de anuncios.
Yo los divido por cuatro criterios:
- Categoría o rendimiento. Si un grupo de productos tiene más margen pero menos volumen, lo separo. Si no, el de alto volumen se lleva todo el presupuesto y mata el potencial del resto.
- Localización. Cada zona o país tiene su mercado, su tamaño y su comportamiento. Mezclarlos es perder control.
- Estacionalidad. Un producto que vende en verano no necesita presupuesto en invierno.
- Margen y resultados. Si un servicio tiene más costes o peor retorno, va aparte hasta optimizarlo.
El segundo paso es la oferta. Ninguna estructura salva una mala oferta. Si tus anuncios atraen clics y nadie compra, no es un problema técnico. Es tu propuesta de valor.
Y el tercero, definir tipos de campaña. Nunca repitas campañas que ataquen las mismas palabras o productos dentro de una cuenta. Se pisan entre sí. Cada campaña debe tener un propósito claro.
Una cuenta bien estructurada no es la más compleja. Es la que te permite decidir rápido dónde meter más presupuesto y dónde parar el sangrado.