Cuando las palabras suenan bien, pero no venden


SV Real Estate tiene una propuesta interesante. Pero el anuncio no lo refleja como debería.


El problema no es lo que dicen.

Es cómo lo dicen.

“Esta primavera florecen las oportunidades en SV”.

Es bonito. Suena bien. Rima. Pero no mueve a nadie. No apela al deseo, ni al miedo, ni a la urgencia. Es publicidad para que la veas, no para que actúes.

Y eso se nota también en el resto del flyer.


¿Qué están ofreciendo?

Bajo la capa de palabras bonitas, hay una propuesta potente:

“Déjanos tu vivienda en exclusiva durante 2 meses. Si la vendemos en ese plazo, te descontamos un 15% de nuestros honorarios.”

Esto, dicho en frío, es una oferta de performance. Solo pagas menos si ellos cumplen. Eso tiene valor.

Pero lo esconden entre texto genérico: “Asesoramiento personalizado”, “valoración gratuita”, “acompañamiento”… Eso no es diferencial, es lo mínimo. Y cuando dices lo que todos dicen, eres como todos.


¿Cómo aplicar esto a cualquier negocio?

Este enfoque no es exclusivo del sector inmobiliario. Puedes usarlo en cualquier industria donde haya incertidumbre por parte del cliente.

Ejemplos:

  • Agencia de diseño web: “Si en 30 días no estás captando leads con tu nueva web, te la rehago gratis.”
  • Coach o formador: “Si en 2 sesiones no sientes claridad sobre tus próximos pasos, no no me pagas:”
  • Ecommerce de salud/belleza: “Si no notas el cambio en 7 días, te devuelvo el dinero. Sin preguntas.”

Este tipo de promesas tienen algo en común: Trasladan el riesgo del cliente a ti. Y eso genera confianza.


Conclusión

Un copy que rima no vende más. Un flyer bonito no convence por sí solo. Y una buena oferta, mal comunicada, pasa desapercibida.

Haz lo contrario: Comunica como si estuvieras en la cabeza del cliente. Y convierte tu servicio en una apuesta segura para él.

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